En 1996 la empresa Eólicas de Euskadi, participada al 50 % por IBERDROLA y el Ente Vasco de la Energía, sacaba a la luz su proyecto de instalaciones de energía eólica para la Comunidad Autónoma Vasca. El informe, copia literal de su equivalente proyecto de la Comunidad Foral Navarra, promovía la creación de centrales eólicas en casi todas las elevaciones montañosas de la Comunidad Autónoma.
El relativamente amplio rechazo social, la obtención de apoyos significativos, la acertada elección de las medidas a realizar, muy especialmente el hecho de que estas actuaciones se llevaran a cabo con cierta anticipación, permitieron que a fecha de hoy sólo se haya instalado una central eólica, en tanto que la tramitación de las restantes se encuentre supeditada a la aprobación de un Plan Territorial Sectorial, que en estos momentos encuentra serias dificultades para su tramitación, al oponerse completamente a él la Diputación Foral de Álava, territorio en que se ubican la mayor parte de las Centrales Eólicas.
No escapa tampoco a nuestro análisis el hecho de que una parte muy importante de las empresas que fabrican los aerogeneradores o que están detrás de los capitales que promueven la instalación de centrales eólicas, tienen su domicilio en Euskadi, y probablemente no deseen comprometer su imagen pública en nuestra Comunidad Autónoma, pudiendo seguir obteniendo espectaculares beneficios empresariales a través de su expansión por otros territorios.
En este sentido cabe destacar la participación de IBERDROLA y el BBVA, y el grupo Mondragón, en la mayor parte de las promotoras eólicas, y la agresividad de GAMESA, empresa que hoy en día duplica su facturación de año en año, y que viene precedida de un muy oscuro pasado como industria armamentista que se enriqueció en los años 80 vendiendo armas a Irak, para la guerra Irano-Iraquí.
Por todo ello las empresas radicadas en la Comunidad Autónoma Vasca tienen una responsabilidad muy especial en este gravísimo atentado al patrimonio histórico-cultural de todos los españoles y, por extensión, de todos los ciudadanos de la Unión Europea.