Desventuras del río Tera

 

El río Tera, que se llama Piqueras cuando nace, debajo del puerto del mismo nombre, era hace algo más de dos décadas un río truchero. Es decir que sus aguas presentaban una calidad suficiente como para albergar salmónidos, a pesar de sufrir un acusado estiaje. Incluso los pueblos ribereños podían abastecerse de ellas. Hoy todo ha empeorado radicalmente, y esta historia se repite con diversas variantes en gran parte de los ríos de la España mediterránea. Veamos la crónica de esta degradación anunciada:

En la Ley de protección de ecosistemas acuáticos de nuestra Comunidad se establece que las aguas trucheras no deben superar los 0,25 mg/litro de materias en suspensión. Se admite que puede superarse ese límite en determinadas circunstancias meteorológicas, pero no por la intervención directa del hombre. El vertido último a los ríos Piqueras y Tera es visiblemente muy superior a esa cifra. El resultado es que los lodos arruinan las puestas de los huevos de los peces, que necesitan gravas limpias y bien oxigenadas. Esto es lo que se ve. El impacto sobre la fauna invertebrada, que es la base de la vida en el río, puede ser mucho mayor, pero éste no se ve a simple vista. Habría que analizar también otros posibles tóxicos derivados de la actividad extractora o del tipo de rocas excavadas.

Llama la atención que después de tantos días no se hubieran tomado medidas antes, y que tengan que ser los ciudadanos de a pie los que den la voz de alarma.

ASDEN ha presentado las correspondientes denuncias. Veremos. Hasta la fecha los únicos vertidos en la provincia que incumplen los límites autorizados (es decir, la mayoría) y que nos consta que han sido sancionados son los de San Leonardo, pero con la anterior corporación municipal. Curiosamente los municipios de Garray y Almazán, premios ASDEN a la contaminación en 2001 y 2002 siguen vertiendo tan fuera de la ley como siempre, sin ninguna consecuencia.

 

 

Soria, 24 de febrero de 2004

ASDEN. www.asden.org